UN DÍA PARA SANTIFICARSE
- El Día de la Expiación: La parashá destaca que el día de la Expiación (Yom Kipur) se establece tras las leyes de impureza ritual y como respuesta a la muerte de los hijos de Aarón, un evento que simboliza la más grave impureza ritual. Se presentan tres razones principales por las que Yom Kipur era necesario además de los sacrificios diarios:
Porque estos eran personales, mientras que Yom Kipur era una renovación nacional. Porque era el único día en que se purificaba el Lugar Santísimo. Porque se hacía expiación por todas las impurezas acumuladas en el año.
También se discute el simbolismo de los dos machos cabríos, uno ofrecido a Hashem y otro enviado al desierto, representando respectivamente el sacrificio y la eliminación de los pecados del pueblo. Aunque el Templo ya no está en pie, Yom Kipur sigue teniendo valor espiritual. Para los creyentes en Yeshúa HaMashiaj, no se trata de obtener salvación (ya asegurada por su sacrificio), sino de una oportunidad de renovación, arrepentimiento y reconciliación con Hashem. Se enfatiza la necesidad de arrepentimiento genuino, más allá del ritual, como verdadera expresión de espiritualidad.
Luego de la muerte de Nadav y Avihu, Hashem advierte sobre la entrada “al lugar santo” sin autorización. Sólo el Kohen Gadol (sumo sacerdote) puede entrar, una vez al año, en la celebración de Yom Kipur, entrar al cuarto más interno del santuario para ofrendar el santo incienso, ketóret a Hashem.
- Leyes morales y ceremoniales: La Parashá Kedoshim (que significa «Santos») nos enseña cómo vivir de manera justa y buena, siguiendo los mandamientos de Hashem. En ella, Hashem nos llama a ser «santos», lo que significa ser personas que hacen lo correcto, viven con respeto y amor hacia los demás, y siguen las reglas de la Torá.
- Amarás a tu prójimo como a ti mismo: Debemos ser amables, compartir y ayudar a los demás, tratando a todos con respeto y cariño.
- Honrar a los padres y los mayores: Hashem nos manda a respetar a nuestros padres y a las personas mayores, escuchándolos y agradeciéndoles por su sabiduría.
- Ser honestos: No debemos robar, mentir ni ser injustos. Ser honestos y cumplir lo que decimos es muy importante.
- Cuidar de los animales y la naturaleza: Debemos ser responsables con los animales y el medio ambiente, tratándolos con respeto.
- Ayudar a los necesitados: Compartir lo que tenemos con los pobres y aquellos que no tienen lo necesario.
- Perdonar y no guardar rencor: No debemos tomar venganza ni guardar rencor cuando alguien nos hace daño; la paz y el perdón son importantes. Se nos enseña a ser mejores personas, respetuosas honestas, amables y generosas, con los demás, y cómo vivir de manera que refleje los valores de la Torá. A través del amor al prójimo, la honestidad, el respeto y la generosidad, podemos acercarnos a la santidad que Hashem desea para nosotros. De esta forma ayudamos a construir un mundo mejor.
HAFTARÁ
- Hashem nunca se olvida de su pueblo: La Haftará es un discurso profético dirigido a los ancianos de Israel que se acercan al profeta buscando la palabra de Hashem durante el exilio en Babilonia. Sin embargo, en lugar de recibir una palabra de consuelo, Hashem les responde con una acusación histórica: un repaso de la constante rebelión de Israel desde Egipto hasta su tiempo. Hashem muestra su dolor y paciencia, recordando cómo a pesar de las rebeliones del pueblo, la idolatría, la profanación del Shabat, el desprecio de sus estatutos. Hashem repasa la historia de la infidelidad del pueblo no para condenar sin remedio, sino para invitar al teshuvá (arrepentimiento). Nos enseña a mirar el pasado para corregir el presente.
- La santidad del Shabat como señal del pacto: Versículo 12 y 20 resaltan el Shabat como una señal eterna entre Hashem e Israel, señal de santificación, identidad y relación. El pueblo profanó el Shabat, olvidando su propósito, recordar que Hashem es el Creador y Redentor, Él apartó ese día para vivir de forma distinta. Recordemos que “El Shabat” no es solo descanso físico, sino una declaración espiritual, nos enseña a parar, descansar, y recordar que Hashem es el creador.
BRIT HADASHÁ
La pureza verdadera nace del corazón: En una ocasión, algunos fariseos y maestros de la Torá se acercaron a Yeshúa para cuestionarlo: ¿por qué sus discípulos no seguían ciertas normas de pureza ritual, como lavarse las manos antes de comer? Estas prácticas, aunque nacidas del deseo de resguardar la santidad, no provenían directamente de la Torá, sino de decretos rabínicos agregados por los sabios como una «valla» para proteger los mandamientos.
Yeshúa no despreció la intención de estas reglas; al contrario, reconoció el valor de la halajá como una herramienta importante para acercarnos a una vida ordenada y consagrada. Pero también señaló algo más profundo: hay ocasiones en que se pone más énfasis en las normas externas que en el estado del corazón. Respondió diciendo: “No es lo que entra por la boca lo que hace impuro al ser humano, sino lo que sale de su boca, porque eso revela lo que hay en su corazón” (cf. Mateo 15:11). Con esto, Yeshúa nos enseñó que el centro de la pureza no es sólo lo ritual, sino lo moral y lo espiritual.
La halajá es un instrumento valioso, pero nunca debe convertirse en un fin en sí mismo. Lo más importante para Adonai es que cultivemos un corazón limpio, lleno de amor, integridad y compasión. Las acciones externas tienen valor, pero siempre deben nacer de una intención pura. Así, honramos tanto los caminos de los sabios como la voluntad profunda de Hashem: que seamos santos en lo interior y en lo exterior.