LOS ESPÍAS A LA TIERRA PROMETIDA
- La Misión de los Espías: Los doce espías, entre ellos Yehoshúa (Josué) y Calev (Caleb), recorrieron toda la región de Kenaan, observando la tierra, sus habitantes y sus ciudades fortificadas. Después de cuarenta días de exploración, regresaron con informes detallados. Aunque todos coincidieron en que la tierra era fértil y abundante, diez de ellos también expresaron temor e incertidumbre ante los poderosos pueblos que allí habitaban, destacando los desafíos aparentemente insuperables que enfrentarían al intentar conquistarla. Este informe negativo generó pánico entre los israelitas, quienes comenzaron a dudar de la promesa divina de que HaShem les entregaría esa tierra. En contraste, solo Yehoshúa y Caleb mantuvieron su fe y alentaron al pueblo, asegurándoles que con la ayuda divina podrían conquistarla sin temor. Lamentablemente, la mayoría del pueblo eligió creer el informe pesimista y expresó su deseo de regresar a Egipto. Como consecuencia de esta falta de fe, Hashem decretó que esa generación no entraría en la Tierra Prometida. Solo Yehoshúa y Caleb, junto con los niños y jóvenes, tendrían el mérito de hacerlo, después de cuarenta años de peregrinación por el desierto. ¿Qué informe escuchó? ¿El del cielo, o el de los hombres? Mi futuro depende de mis palabras y de mis decisiones. Miremos algunos comentarios de los sabios; Rashi señala que HaShem no ordenó directamente el envío de los espías, sino que respondió al deseo del pueblo: «Envía para ti hombres», según tu voluntad, no la Mía. Esto implica que el pueblo dudaba de la promesa divina y que HaShem permitió que actuaran según su elección, respetando el libre albedrío. Najmánides defiende la idea de que enviar espías no fue un pecado en sí, sino que el error estuvo en cómo interpretaron lo que vieron y cómo lo transmitieron con miedo y desánimo. Sforno (Italia, siglo XVI) dice que el verdadero pecado fue la falta de visión espiritual: los espías miraron la tierra como si todo dependiera de fuerzas humanas, olvidando que HaShem estaba con ellos.
- Consecuencias de la Falta de Emuná (Fe): La reacción del pueblo ante el informe negativo de los espías es de desesperación y rebelión. HaShem decreta que esa generación no entrará en la Tierra Prometida; en su lugar, sus hijos serán los que heredarán la tierra. Además, aquellos que intentaron avanzar sin la autorización divina son derrotados por los amalecitas y cananeos. Las decisiones impulsivas y la falta de fe pueden llevar a consecuencias negativas. Es fundamental reflexionar antes de actuar y confiar en el proceso y en la guía que se nos ofrece.
- Nuevas Leyes – Responsabilidad y Comunidad: El capítulo 15 introduce nuevas leyes relacionadas con las ofrendas y la santidad. Estas leyes subrayan la importancia de la responsabilidad individual y colectiva en la comunidad. Por ejemplo, se establece la obligación de colocar tzitzit (flecos rituales) en las vestimentas como recordatorio de los mandamientos y la conexión con HaShem. Cada acción cuenta. Nuestras elecciones diarias reflejan nuestros valores y compromiso con la comunidad. Es esencial ser conscientes de nuestra responsabilidad y actuar con integridad.
- Saber Superar Los Momentos Adversos: En la vida enfrentamos situaciones difíciles, lo importante es decidir enfocarnos en las oportunidades y confiar en nuestras capacidades, en lugar de dejarnos dominar por el miedo y la negatividad. HaShem nos otorga la libertad de elegir, pero nuestras decisiones traen consecuencias. Confiar en quienes nos aman y nos guían, como nuestros padres, líderes o el Ruaj de HaShem mismo, puede ayudarnos a evitar errores graves. No está mal investigar o hacer preguntas. Lo esencial es cómo utilizamos la información y cómo influimos en los demás. Ser positivos y mantener la fe puede transformar la perspectiva de todo un grupo. No siempre entendemos cómo se resolverán los problemas, pero con fe y esfuerzo, los resultados pueden ser mejores de lo que imaginamos. Cuando comprendemos el “por qué” de nuestras acciones y no solo buscamos resultados, es más fácil mantenernos firmes en nuestras creencias y valores, incluso cuando otros dudan. “Nuestras palabras tienen poder” pueden construir o destruir. Ser conscientes de cómo hablamos sobre los demás y sobre nuestras propias circunstancias puede cambiar por completo nuestro entorno. Los sabios no solo interpretan lo que ocurrió en la Torá; también nos enseñan cómo vivir mejor, aquí y ahora.
HAFTARÁ
Rabab (Rahab) esconde a los espías: Nuestro pueblo enfrentaba un reto mayúsculo en este relato: conquistar Yerijó (Jericó). Esta ciudad sería conquistada con la ayuda de una mujer llamada Rajab (Rahab). Rajab era una prostituta (tzaná), y el Eterno la utilizó para salvaguardar a los espías enviados por nuestro pueblo (Josué 2:4). ¿Por qué una mujer estaría dispuesta a traicionar a su propio pueblo? Esta pregunta destaca en este episodio, ya que ocultar a los espías ponía en riesgo la aniquilación de Yerijó (Josué 2:8).
Toda la ciudad de Yerijó estaba al tanto de lo acontecido con Israel, y Rajab había notado el temor que embargaba a sus habitantes ante lo que podría suceder (2:10). Rajab estaba bien informada y, al hablar con los espías, les enumeraba los sucesos ocurridos con Israel. Con ello, les aseguraba que el miedo de los moradores de Yerijó no era infundado (2:11). Lo que resalta es la comprensión profunda de Rajab. Sus palabras transmiten algo así como: “El Elohim que ustedes adoran no solo habita en los cielos, sino que interviene activamente en la tierra y en sus vidas”. Por eso, no te engañes: el Elohim de Israel hizo un pacto con Su pueblo, y aunque este fuera infiel, Hashem permanece fiel. Si deseas adherirte a ese pacto, solo puedes hacerlo a través del Mesías enviado por Hashem, es decir, Yeshúa. Buscándolo, hallarás en Él el shalom, la paz que anhelas.
BRIT HADASHÁ
Sé Fiel: El autor de hebreos comienza citando al Salmo 95, advirtiendo a los creyentes que no endurezcan sus corazones como lo hicieron los israelitas durante la prueba en el desierto. A pesar de haber oído la voz de HaShem y visto sus obras milagrosas, ellos dudaron y se rebelaron, lo que resultó en que no pudieran entrar en la Tierra Prometida. Este pasaje usa la historia de Israel como una advertencia para que los creyentes mantengan la fe y la obediencia a HaShem. La incredulidad y la desobediencia llevan a la pérdida de las bendiciones que HaShem ofrece. El texto enseña que el «descanso» que HaShem promete no es solo un descanso físico o territorial (la tierra de Kenaan), sino un descanso espiritual y eterno que está disponible para todos los que creen en Él y perseveran en la fe. El autor exhorta a los lectores a esforzarse para entrar en ese descanso, señalando que todavía está disponible para el pueblo de HaShem hoy, y que es necesario que nadie caiga en la desobediencia y la incredulidad que impidieron a la generación antigua entrar en la tierra prometida.