LA VALENTÍA Y EL CELO
La parashá comienza con el acto de valentía y celo espiritual del nieto de Aharón, Pinjás, quien, en medio de una profunda crisis moral y espiritual en Israel, da muerte a Zimrí, un príncipe de la tribu de Shimón, y a Cozbí, princesa madianita. Este acto de celosía, lejos de ser impulsivo, es visto en la tradición judía como una defensa apasionada de la santidad del pacto entre HaShem e Israel. Como recompensa, HaShem le otorga a Pinjás un pacto de paz (brit shalom) y un sacerdocio eterno (kehuna olamit), elevando su acción a un nivel trascendente dentro del plan divino.
Se enseña que la acción de Pinjás no fue ordenada directamente por HaShem, pero que estaba permitida según la ley oral (“kana’im pog'im bo”, los celosos pueden vengar ese acto). Fue una respuesta a una provocación pública y grave que estaba desafiando la autoridad de Moshé y la santidad del campamento. Los sabios destacan que Pinjás actuó con pureza de intención, no por venganza ni orgullo, sino con un corazón sincero por el honor de HaShem. Por eso recibió el brit shalom (pacto de paz). Rashi: Rashi aclara que Pinjás fue inicialmente criticado por algunos que decían que no era digno de actuar como lo hizo, por ser descendiente de Itro (un converso). Pero HaShem lo defendió al reconocer su celo como legítimo y darle el sacerdocio. Pacto de paz: Muchos comentaristas como el Sforno y el Kli Yakar explican que HaShem le da este pacto para pacificar su alma después de un acto violento, aunque justo. La paz fue tanto una recompensa como una reparación emocional. Los sabios ven en Pinjás una figura compleja: un joven sacerdote que actúa con pasión, pero bajo control, motivado por la santidad y no por el ego.
Talmud Bavli, Sanedrín 82a
- Segundo Censo del pueblo: HaShem ordena un nuevo censo de los israelitas, registrando 601,730 hombres entre 20 y 60 años, antes de entrar en la Tierra Prometida. Este conteo representa preparación espiritual y relevancia generacional: cada miembro del pueblo tiene valor y propósito dentro del destino colectivo. Ramban (Najmánides) explica que este nuevo censo representa una nueva generación purificada que sí merece entrar a la Tierra Prometida, a diferencia de la anterior que pecó en el desierto.
- Distribución de la Tierra: Se establece que la tierra de Canaán será repartida por sorteo entre las tribus, de acuerdo con su número. La tradición interpreta esta distribución como una herencia divina, no sólo geográfica, sino también espiritual. Cada tribu recibirá la parte que le corresponde según el plan celestial.
- Leyes de la heredad (Las hijas de Tzelofjad): Cinco mujeres valientes, hijas de Tzelofjad, se presentan ante Moshé para pedir la herencia de su padre, quien murió sin hijos varones. HaShem valida su petición y, a través de este caso, establece un principio legal dentro de la Torá sobre el derecho de herencia, mostrando cómo la Torá es receptiva a la justicia y a las voces auténticas del pueblo. Este episodio es un homenaje al coraje, la fe y la sabiduría femenina en el judaísmo. El Midrash y los sabios como Rashi y Ramban alaban la valentía de las hijas de Tzelofjad. Rashi dice que fueron sabias, estudiosas y justas. El Midrash agrega que su amor por la Tierra de Israel era tan grande que no soportaban la idea de quedarse fuera de la herencia del pueblo.
- Transición de liderazgo, de Moshé a Yehoshúa (Josué): HaShem le anuncia a Moshé que no entrará en la Tierra de Israel, y le instruye transferir el liderazgo a Yehoshúa bin Nun. Moshé impone sus manos sobre él (semijá) y transmite parte de su espíritu, asegurando una continuidad espiritual y no meramente administrativa. El liderazgo en el judaísmo implica guía, ejemplo y cercanía con HaShem. Rashi comenta que Moshé deseaba que su propio hijo heredara el liderazgo, pero HaShem elige a Yehoshúa, porque era quien “servía constantemente en la tienda de reunión”. Los sabios valoran que Moshé aceptó con humildad el decreto divino y no buscó el poder familiar, sino el bien del pueblo. Yehoshúa es el modelo del líder que no busca protagonismo, sino que absorbe la sabiduría de su maestro con fidelidad. La transición de liderazgo es sagrada y requiere continuidad espiritual.
- Korbanot (Ofrenda) Las ofrendas regulares y festivas: La parashá concluye con un minucioso listado de las ofrendas diarias (tamid), de Shabat, Rosh Jodesh y las festividades: Pesaj, Shavuot, Rosh Hashaná, Yom Kipur, Sucot y Sheminí Atzeret. La parashá en su conjunto es un llamado a: defender los valores eternos con pureza, valorar la justicia y el liderazgo espiritual, y acercarse a HaShem con constancia y amor, tanto en lo cotidiano como en lo festivo. El celo sagrado, cuando es guiado por la pureza y la Torá, puede reparar el daño espiritual.
HAFTARÁ
Resumen: Jeremías 1:1–10: Llamado profético de Jeremías, hijo de Jilquiyahu, un sacerdote de Anatot. Dios lo llama desde el vientre materno y lo designa profeta a las naciones. Jeremías objeta por su juventud, pero HaShem lo fortalece. Jeremías 1:11–19: Dos visiones, una vara de almendro y una olla hirviendo del norte, simbolizan el juicio venidero sobre Judá por sus pecados. Jeremías era todavía muy joven, y cuando HaShem le dijo que tenía una misión importante, él tuvo miedo y dijo: ¡HaShem, yo no sé hablar! Soy muy joven…Pero HaShem le contestó: “No tengas miedo. Yo estaré contigo para ayudarte.”
HaShem le mostró dos imágenes: una rama de almendro (el primer árbol que florece) y una olla caliente que se volcaba desde el norte. Esto le decía a Jeremías que HaShem ve todo lo que pasa, y que si el pueblo se porta mal, hay consecuencias. Pero también le recordaba que HaShem actúa rápido para ayudar y corregir. HaShem promete fortaleza a Jeremías frente a la oposición.
Jeremías 2:1–3: HaShem recuerda el amor de Israel en el desierto, llamándolos «primicias de Su cosecha»; una evocación de la devoción original del pueblo antes de caer en idolatría.
Llamado Profético y Juventud (Jer. 1:6): ¡Ah, Adonay Elohim! He aquí, no sé hablar, porque soy joven. El Talmud (Berajot 26b) habla de la dificultad del profeta joven, y cómo HaShem lo fortalece.
El Midrash Rabá ve paralelismo con Moshé, quien también alegó «no saber hablar». En la tradición judía, la juventud no es impedimento cuando hay pureza y celo, como en Pinjás. La fidelidad a HaShem debe mantenerse incluso frente a la presión cultural o idolatría. Los jóvenes tienen un rol central en liderar con verdad y pureza, como Jeremías y Pinjás. La memoria del amor inicial de Israel a HaShem (como en el desierto) sirve como espejo para corregir el presente. El celo positivo, cuando está alineado con la voluntad divina y no con el ego, trae bendición y renovación.
¿Qué podemos aprender nosotros?: HaShem te conoce desde que estabas en el vientre de mamá. Igual que a Jeremías, HaShem te conoce y te ama desde antes de nacer. Él tiene una misión especial para ti: hacer el bien, cuidar a otros y vivir con verdad. No importa si eres niño o niña: ¡puedes hacer cosas grandes! Pinjás y Jeremías eran jóvenes, pero hicieron cosas muy valientes. Tú también puedes ser valiente, decir la verdad y defender lo que es correcto.
BRIT HADASHÁ
Yeshúa purifica el templo: Era casi el tiempo para la Festividad de Pésaj, Yeshúa subió a Yerushalayim. En los terrenos del Templo se encontró a aquellos que vendían bueyes, corderos y palomas, y a otros que se sentaban junto a las mesas cambiando dinero. Haciendo un látigo con cuerdas, echó fuera de los terrenos del Templo a todos, también echó los corderos y los bueyes. Volcó las mesas de los cambistas de dinero, regando todas las monedas; y a los vendedores de palomas les dijo: «¡Saquen todas estas cosas de aquí! ¿Cómo se atreven a convertir la casa de mi Padre en un mercado? (Juan 2:16). Los talmidim/discípulos recuerdan lo que está escrito en (Tehilim / Salmo 69:9) “El celo por tu casa me consume”. Cuando los líderes religiosos le preguntan con qué señal hace esto, Yeshúa responde: “Destruyan este Templo y en tres días lo levantaré”. Los oyentes piensan que habla del edificio físico, pero el texto aclara que se refería a su cuerpo. Los oyentes piensan que Yeshúa se refiere al Templo físico de Herodes, que tardó 46 años en construirse. Pero Juan aclara que él hablaba de su cuerpo. En la literatura rabínica, el cuerpo del ser humano es también llamado «templo» o «santuario» de la presencia divina (Pirkei Avot 4:1). Yeshúa actuando con celo por la santidad del lugar donde se honra a HaShem. Él denuncia la corrupción, llama a la pureza, y anticipa que la verdadera conexión con HaShem no está solo en un edificio físico, sino en una vida transformada por la presencia divina.
Reflexión final: La historia de Pinjás nos desafía a preguntarnos: ¿Qué hago cuando veo injusticia o inmoralidad? ¿Defiendo lo que es sagrado con respeto y fuerza espiritual? ¿Soy capaz de actuar con pureza, sin interés personal? Pinjás no fue un extremista, fue un servidor leal del Eterno, que actuó con pasión, precisión y propósito. Por eso, la tradición judía lo honra con sacerdocio eterno y paz divina.