EL CENSO DE ISRAEL
Censo de los israelitas: “Hashem le habló a Moshé, cuando censes a los israelitas para establecer su número, no los cuentes uno por uno, sino cada uno deberá entregar una moneda como contribución a Hashem como rescate de su alma, para que no haya ninguna plaga mortal entre ellos a causa del censo”. Hashem le ordena a Moshé contar al pueblo, hacer un censo, todos tenían que dar medio Shekel, para ser contados. Todo mayor de 20 años, tanto ricos como pobres tenían que dar el mismo valor. Ese dinero era para los gastos y reparaciones del templo. También vemos que el Eterno ordena la construcción de un lavatorio de bronce o la fuente de bronce, para que el Cohen (el sacerdote) y sus hijos lavarse las manos y los pies, antes de realizar cualquier servicio en el Mishkan/Tabernáculo. Estaba ubicada en el atrio, entre el altar de ofrendas quemadas y la entrada al santuario. Se le ordena a Aharón, preparar una mezcla de aceite y especias para ungir los utensilios del tabernáculo como a sus hijos antes de realizar cualquier función o servicio en el tabernáculo. La designación de Betzalel el cual el Eterno lo había llenado de espíritu de sabiduría y entendimiento, cuando fue escogido tenía 13 años. Se nos vuelve a recordar sobre el Shabat, sobre guardar el séptimo día para el Eterno. Mientras Moshé esta en el monte Sinaí, recibiendo las tablas de la ley, los diez mandamientos. El pueblo se desespera y en vista que Moshé no viene, creen que se murió en el monte. Hablan con Aharón y le piden que les deje hacer un ídolo para que vaya delante de ellos, para que no fueran derrotados por sus enemigos. Aharón acepta su propuesta, y ordena que traigan prendas de oro y construyeron un Becerro. El Eterno le dice a Moshé, anda desciende que el pueblo que tu sacaste de Egipto, se ha corrompido. Moshé intercede en presencia del Eterno, que no se encendiera la ira contra el pueblo. Y reconoce los 13 atributos del Eterno. Antes de llegar Josué le dice a Moshé que por qué el pueblo gritaba, porque tanta algarabía, y Moshé ve como el pueblo construyó un becerro de oro Y vio como el pueblo bailaba alrededor del becerro, e iban a hacer sacrificios al otro día. El becerro era la figura del buey o toro Apis, un animal sagrado para los egipcios. (Ezequiel 20:7-8) Moshé se enfurece y arroja las tablas y las quebró. También arrojó al fuego la imagen del Becerro de Oro, lo demolió y esparció las cenizas en el agua y les dio de beber a los israelitas. Moshé vio que el pueblo estaba expuesto, pues Aharón los expuso a la deshonra ante sus enemigos. Entonces Moshé se paró en la entrada al campamento y gritó: “Quién esté con Hashem, que se una a mí” y todos los levitas se reunieron alrededor de él. Moshé les dijo: Así dijo Hashem, Elohim de Israel: Tomen cada uno su espada y pasen ida y vuelta de puerta en puerta por el campamento. Maten cada uno incluso a su hermano, incluso a su amigo, incluso a su pariente. Los levitas hicieron como les dijera Moshé, aquel día cayeron unos 3.000 hombres. Inmediatamente le da órdenes a los descendientes de Levi que es el tercer hijo de Jacob para que asesinara a cada uno de sus hermanos, amigos y familiares. Es este episodio en el cual mueren 3000 personas. Luego Hashem le ordena que Moshé suba nuevamente al monte Sinaí para recibir unas nuevas tablas. En este acto de renovación, Hashem reafirma Su pacto con Israel, mostrando que el arrepentimiento y la corrección son posibles. El rostro de Moshé resplandece con la gloria de Hashem al bajar del monte, un símbolo de la cercanía con lo divino. Esto refleja cómo, a pesar del pecado, la relación entre Hashem y el pueblo de Israel puede restaurarse mediante la sinceridad, la penitencia y la renovación del compromiso.
HAFTARÁ
Se describe uno de los momentos más dramáticos en la vida del profeta Elías. Contiene un enfoque en la lucha espiritual entre el profeta Elías y los profetas de Baal, mostrando la fidelidad de Hashem y el rechazo de la idolatría. Elías regresa a Israel después de una larga sequía de tres años, que fue provocada por la palabra de Hashem debido a la idolatría del pueblo. Elías se presenta ante el rey Acab, quien había estado persiguiendo al profeta, y les anuncia que el tiempo de la sequía está por terminar. Elías convoca a todo Israel y a los 450 profetas de Baal al monte Carmelo para un desafío público. Elías reta a los profetas de Baal a que preparen un altar y pongan un sacrificio, sin encender fuego. Luego, Elías también prepara su altar y sacrifica un toro. Ambos grupos deben invocar a sus dioses y el que responda con fuego, será el verdadero Hashem. Los profetas de Baal intentan invocar a su dios sin éxito durante todo el día. A pesar de sus esfuerzos, Baal no responde, lo que evidencia su falsedad. Elías, mostrando una profunda confianza en Hashem, repara el altar de Hashem, pone leña y el sacrificio, y luego manda que se derrame agua sobre todo el altar para hacerlo aún más impresionante. Luego, Elías ora a Hashem pidiendo que se muestre como el verdadero Hashem ante el pueblo. Hashem responde a la oración de Elías enviando fuego desde el cielo que consume el sacrificio, la leña, el agua e incluso la piedra del altar. Al ver esto, el pueblo se postra y exclama: «Hashem es Elohim-Hashem es Elohim”.
BRIT HADASHÁ
El Ruaj, no la letra: Rab Shaul señala que los corintios son la verdadera carta de recomendación, escrita por el Ruaj de Elohim, no en tablas de piedra como la ley, sino en sus corazones, demostrando el poder transformador del nuevo pacto. El ministerio de la nueva alianza, en Yeshua, no está basado en la ley escrita, sino en el Ruaj/Espíritu que da vida y cambia los corazones, lo que es más poderoso que la ley que solo trae condena. El velo sobre los corazones de los judíos simboliza la ceguera espiritual que impide ver la gloria de Hashem en Yeshua (Ëxodo 34:34). Solo en Yeshua, el velo se quita, y los creyentes son transformados por el Ruaj/Espíritu hacia una mayor gloria. El nuevo pacto trae “vida y transformación interior”.
Reflexión: La paciencia: Aunque Moshé tardó, debemos confiar en que Hashem tiene un plan para todos nosotros. No adorar ídolos: Hashem quiere que adoremos solo a Él, y no a cosas materiales o imágenes. El arrepentimiento: Si cometemos errores, podemos pedir perdón a Hashem y Él es misericordioso. Seguir los mandamientos: Las reglas que Hashem nos da son importantes para vivir bien y cercanos a Él.