LEYES DE PURIFICACIÓN
- La purificación de la mujer después del parto: Hashem dijo a Moshé: dileS a los hijos de Israel: Si una mujer concibe y da a luz un niño, ella estará inmunda por siete días con la misma inmundicia como en niddah (menstruación), cuando ella está teniendo su período de menstruación. Al octavo día, la carne de su prepucio será circuncidada. Ella esperará treinta y tres días adicionales para ser purificada de su sangre; ella no tocará ninguna cosa Kadosh ni entrará al Lugar Kadosh hasta que se cumpla el tiempo de su purificación. Pero si ella da a luz a una niña, ella estará inmunda por dos semanas, como en su niddah; y ella esperará otros sesenta y seis días para ser purificada de su sangre.
- Leyes acerca de Tzaraat (lepra, llaga de lepra): Hashem dijo a Moshé y a Aharon: Si alguien le sale en su piel una hinchazón, una costra o decoloración la cual pueda convertirse en la enfermedad de tzaraat, él será traído a Aharon el kohen o a uno de sus hijos que son kohanim. El kohen examinará la llaga de la piel; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco y la llaga parece que ha profundizado en la piel, es tzaraat y, después de examinarlo el kohen, lo declarará inmundo. Si la decoloración en la piel es blanca, pero no parece que ha profundizado en la piel, y su pelo no se ha vuelto blanco, entonces el kohen lo aislará por siete días. Al séptimo día el kohen lo examinará otra vez, y si la llaga parece la misma que antes y no se ha extendido en la piel, entonces el kohen lo aislará por siete días más. Al séptimo día el kohen lo examinará otra vez, y si la llaga se ha disipado y no se ha extendido por la piel, entonces el kohen lo declarará limpio, es sólo una costra, él lavará sus ropas y será limpio.
- TZARÁAT: Aunque tzaraat se traduce con mayor frecuencia como lepra, no tiene casi nada en común con la enfermedad que conocemos hoy con ese nombre. La traducción surgió porque en la Septuaginta tzaraat se tradujo como lepra, que en griego significaba áspero o escamoso. Traducciones inglesas posteriores hicieron la conexión de lepra a lepra. Pero en la antigua Grecia, lo que hoy llamamos lepra se conocía como elefantiasis. (esta enfermedad suele estar producida por parásitos que llegan a través de picaduras de mosquito). En la Torá, tzaraat es una enfermedad contagiosa de la piel que puede adoptar muchas formas diferentes y, en casos particularmente graves, puede manifestarse en la ropa, las pertenencias y la casa, además de en la piel. Nuestros sabios de bendita memoria dicen que tzaráat era el castigo de aquellos que habían hablado maliciosamente de sus semejantes (Arajín XVIa). Por ejemplo: Miriam fue castigada con tzaráat después que habló mal de Moshé (Vaikrá Rabá, Metzorá). Najmánides vio tzaráat como una retirada de la piedad del mundo. Esto explicaba por qué podía manifestarse en las paredes de la casa. Si alguien pecó y luego comenzó a notar rayas verdes o rojas en la pared de su casa, esto era una indicación de que, como resultado de su pecado, la presencia de Elohim se estaba alejando de su hogar. El rabino Samson Raphael Hirsh señaló que debido a que el tzaráat era tratado por sacerdotes, en lugar de médicos, no debería interpretarse como un problema médico en absoluto, sino más bien como una dolencia exclusivamente espiritual.
- EL LASHÓN HARÁ (lengua mala-el poder de la lengua): Lashón hará o lengua mala (es decir, calumnia habladuría maliciosa y difamación. La difusión de informes maliciosos es mencionada en forma frecuente y condenada en la Torá, que prohíbe en forma específica a transmisión de rumores del escándalo). De acuerdo con el Talmud, la difamación es peor que la idolatría o el asesinato; constituye una negación de Elohim e inflige daño a la persona difamada, al calumniador y al oyente (Ar. 15b). La retractación de una declaración difamatoria raramente alcanza a reparar el daño hecho a la reputación de la otra persona, y por lo tanto está prohibido escuchar habladurías, inclusive cuando son transmitidas sin malicia. Nuestros sabios de bendita memoria dicen que aquél que habla lashón hará de otra persona, cargará con sus pecados. Este puede parecer un castigo injusto para un delito aparentemente menor. Después de todo, hacer un comentario ofensivo sobre alguien causa aparentemente un daño mucho menor que atacarlo físicamente. Sin embargo, esto no es necesariamente cierto. Es verdad que alguien que ha sido herido siente un dolor muy definido, pero a menudo este dolor se calma en breve plazo. Una observación despectiva, en cambio, puede perdurar y rondar a la víctima durante años. Cuando se hace un comentario falso de que cierto aspirante a un puesto «no parece digno de confianza», puede costarle a este no sólo el trabajo actual sino también muchas otras ofertas de empleo. La palabra se difunde muy fácilmente, en especial si conlleva un poco de chisme jugoso. El lashón hará puede compararse con la apertura de una bolsa que contiene plumas. Si se quiere volver a juntarlas, no se podrá hacerlo, porque el viento las habrá dispersado. El lashón hará puede en un minuto una reputación ganada durante toda una vida. Es por esta razón que se nos aconseja ser extremadamente cuidadosos con lo que decimos. Incluso mostrar una expresión facial desdeñosa hacia otros o, simplemente, escuchar comentarios hirientes sobre los demás, puede ser considerado lashón hará. Esta es la razón por la que debemos considerar cuidadosamente lo que queremos decir antes de pronunciar una palabra. «No debemos siquiera mencionar las buenas cualidades de nuestros amigos, pues hablando de sus buenas cualidades sacaremos a relucir las malas” (Bava Batra CLXV). La Brit Hadasha amplía el tema en Santiago 3.
HAFTARÁ
Naaman, comandante del ejército del rey de Aram era altamente respetado y estimado por su amo; porque por medio de él Hashem había traído victoria a Aram. Pero, aunque él era un guerrero valiente, también sufría de tzaraat. Ahora, en una de las incursiones al territorio de Israel, Aram se llevó cautiva a una pequeña niña, quien se hizo sirvienta para la esposa de Naaman. Ella le dijo a su señora: Yo quisiera que mi señor fuera al profeta de Shomron. Él podría curar su tzaraat. Y ella fue, y se lo dijo a su amo: La sirvienta de La Tierra de Israel dijo tal y tal cosa. El rey de Aram dijo a Naaman: Ve ahora, y yo enviaré una carta al rey de Israel. La Haftará, nos va llevando a diferentes temas como, Eliseo alimenta a cien personas. LA SOBERBIA Y EL ORGULLO de Naaman, quien no comprendía como una persona del común le hablara de esa manera, y le aconsejara que para sanarse de tzaraat, era necesario sumergirse durante siete veces en el Yarden (Jordán). LA OBEDIENCIA, ya que al obedecer en contra de su voluntad recibió la sanidad divina.
BRIT HADASHÁ
Un hombre afligido con tzaraat vino a Yeshua y postrado de rodillas, le rogó: Si estás dispuesto, puedes limpiarme. Movido con misericordia, Yeshua extendió su mano y le tocó, y le dijo: Estoy dispuesto. Se limpio. Al instante, el tzaraat le dejó y fue limpio. Yeshua le despidió con una rigurosa advertencia: Mira que no se lo digas a nadie; más bien, como testimonio al pueblo, ve para que te examine el kohen y ofrece por tu purificación lo que Moshé ordenó. Pero él salió y comenzó a difundir la noticia, hablando libremente de ella; así que Yeshua ya no podía entrar en un pueblo abiertamente, sino que se quedó en el campo, donde la gente continuaba viniendo a El de todos los alrededores. Vemos la compasión de Yeshua, quien auxilia una persona marginada por la sociedad. Demuestra su amor por los más vulnerables. Yeshua tiene el poder de sanar nuestras enfermedades tanto físicas como espirituales.
Tanto la parashá, la haftará, y la Brit Hadasha, destaca a tres personajes importantes (Aharón, Eliseo y Yeshua), en cuanto al ritual sobre la purificación.