EL DÍA DEL PERDÓN
Hashem dijo a Moisés: «A los diez días de este séptimo mes será el día de expiación; será santa convocación para ustedes, y afligirán sus almas y presentarán una ofrenda encendida al Eterno. Tampoco harán ningún trabajo en este día, porque es día de expiación, para hacer expiación por ustedes delante del Eterno su Dios. Si alguna persona no se humilla en este mismo día, será cortada de su pueblo. Y a cualquier persona que haga trabajo alguno en este mismo día, a esa persona la exterminaré de entre su pueblo. Ustedes no harán, pues, trabajo alguno. Estatuto perpetuo será para sus generaciones dondequiera que habiten. Será día de completo reposo para ustedes, y afligirán sus almas; a los nueve días del mes por la tarde, de una tarde a otra tarde, guardarán su reposo».
Vaikrá [Levítico] 23:26-31
Yom Kippur, conocido como el Día de la Expiación, es la jornada más solemne del calendario bíblico. La Torá lo presenta como un día de reposo completo y de aflicción del alma, en el cual Israel debía presentarse delante de Dios para recibir expiación y reconciliación. Este día marca el cierre de los Diez Días de Teshuvá, un tiempo de arrepentimiento y reflexión que comienza con Rosh Hashaná. Durante Yom Kippur el pueblo de Israel aparta veinticinco horas de ayuno y oración, reconociendo que la vida misma depende del perdón divino. Antes de que comience el ayuno, las familias celebran una cena especial conocida como Seudá Mafséket, una comida solemne pero cargada de esperanza, en la que se comparten alimentos ligeros y se transmite la confianza de que Dios escuchará las oraciones de Su pueblo.
A lo largo del día se desarrollan cinco momentos de oración que marcan la intensidad espiritual de la jornada. En la primera noche se entona Kol Nidré, una plegaria cargada de solemnidad en la que se anulan promesas incumplidas y se reconoce la seriedad de nuestras palabras. En la mañana se eleva Shajarit, que incluye la lectura de la Torá en Levítico 16, donde se describe el servicio del Sumo Sacerdote, y la Haftará de Isaías 57 y 58, que recuerda que el verdadero ayuno consiste en la justicia y la misericordia. Más tarde llega Musaf, oración que revive en detalle el servicio que se realizaba en el Templo, con la confesión comunitaria y el ritual de los dos machos cabríos. Por la tarde se celebra Minjá, que incorpora la lectura del libro de Jonás, recordando que la misericordia de Dios alcanza a todos los pueblos que se arrepienten. Finalmente, al atardecer, llega Neilá, la oración del cierre, que simboliza la clausura de las puertas celestiales y en la que los rezos se elevan con mayor intensidad. Concluye con el toque del shofar, que marca el final del ayuno y la esperanza de que el pueblo haya sido inscrito en el Libro de la Vida.
En tiempos del Templo, el Sumo Sacerdote entraba una vez al año al Santo de los Santos, llevando la sangre de los sacrificios para expiar los pecados de Israel. Uno de los machos cabríos era sacrificado, mientras que el otro, conocido como Azazel, era enviado al desierto llevando simbólicamente las iniquidades del pueblo. Este servicio se convirtió en el corazón de Yom Kippur, un recordatorio de la necesidad de expiación y purificación.
La Brit HaDashá presenta a Yeshúa como el cumplimiento pleno de Yom Kippur. Según el libro de Hebreos, Él es nuestro Sumo Sacerdote eterno, no en un santuario terrenal, sino en el mismo cielo, donde ofreció Su propia sangre para obtener redención eterna. Así como el Kohen Gadol entraba al Lugar Santísimo una vez al año, Yeshúa entró una vez y para siempre, trayendo perdón definitivo y reconciliación eterna. Su sacrificio trasciende los rituales, porque abrió para nosotros un camino directo hacia la presencia del Padre. Tal como declara Hebreos 9:28:
Así también el Mesías fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.
Hebreos 9:28
Yom Kippur nos invita a reflexionar sobre la necesidad del perdón, la importancia del arrepentimiento y la urgencia de la reconciliación tanto con Dios como con nuestro prójimo. Las tradiciones, el ayuno y las oraciones nos ayudan a vivir este día con profundidad espiritual, pero al mirar a Yeshúa comprendemos que en Él encontramos la expiación definitiva y la esperanza de una vida nueva. El Día del Perdón no solo nos conecta con nuestra historia y nuestras raíces, sino que también nos recuerda que la misericordia divina sigue abierta para todos los que buscan de corazón.
צום קל ותיחתַם לחיים טובים ¡TZOM KAL VETIJATEM LEJAIM TOVIM! ¡Que tengas un ayuno ligero y que seas sellado para una buena vida!